LA EDUCOMUNICACIÓN, la Educación en Medios o Media Literacy, actualizada a las nuevas características y análisis de la red, “presentan un nuevo eje vertebrador para afrontar los nuevos paradigmas de la Educación” (Comunicación y Educación, Tiscar, 2006).
Si bien la Educomunicación ha tenido desde los años 60 unos objetivos guiados por la transformación social y liberalizador del individuo desde los ámbitos educativos más formales, en la actualidad no se modifican tan sustancialmente sus objetivos, sino la importancia que adquieren los nuevos medios de información de masas, especialmente Internet, en el proceso de educación.
Sus objetivos siguen planteando que los sistemas educativos contemporáneos generen metodologías y formas de interpretación de los medios desde la “Lectura crítica” a “Recepción activa”, desde “Educación de las audiencias” a “Educación en o para la comunicación”; una educación basada, no tanto en los contenidos transmitidos y en los efectos de cambios de conducta, como el énfasis en el proceso de aprendizaje.
Siempre me ha resultado muy interesante este “planteamiento” de participación, que termine con la clásica-tradicional división profesor-alumno, emisor-receptor. Lo característico de este nuevo paradigma para mí, es la predisposición que deberían tener / tendrían los nuevos medios audiovisuales y de comunicación para favorecer este desarrollo y llegar a una sociedad con conciencias críticas. No obstante, aunque el uso de las nuevas tecnologías es una práctica muy extendida, sigue existiendo un gran déficit entre la ciudadanía, como nos señala Roberto Aparicio. Yo diría incluso, que parece una ilusión, un espejismo, hacer pensar que podemos crear esa relación, que formamos parte de un nuevo modelo de comunicación conducido por los públicos, cuando más que existir alfabetización digital, se sigue luchando por la alfabetización o Educación Básica.
Asistiendo a la retórica de este nuevo medio, su uso está generando un nuevo espacio de interacción y un medio incluso más eficaz para llegar a un determinado tipo de público, como es por ejemplo los jóvenes. Si ello es facilitador en determinadas ocasiones de movimientos o causas que pueden ser consideradas como una gestión para el beneficio de la sociedad, en otras ocasiones puede ser un medio tendente a actuaciones, comportamientos o adquisición de creencias no tan beneficiosas socialmente, póngase por ejemplo, el excesivo consumo al que nos domestican, falta de intimidad o privacidad, preponderancia de preocupaciones basadas en cómo domesticar a mi perro antes que cuestiones sociales que nos afectan más directamente (tendencia al mayor control social, privatización de derechos sociales, etc.).
No obstante, nos dicen que seamos críticos ante lo que vemos o nos hacen ver (Tiscar Lara). Pero, ¿como se hace eso si no existe un medio o educación para ello? Y, tampoco es que interese mucho, para el caso! Si sólo hemos visto esto, y nunca nos han enseñado que existen otras realidades, otros pensamientos, otras formas de hacer, nunca pensaremos o nos preocuparemos por buscarlo.
La importancia de la Educomunicación en mi opinión, no es tanto su inclusión en el Sistema Educativo para una alfabetización digital y adquisición de habilidades de uso, como el desarrollo de un pensamiento crítico frente a los mensajes mediáticos constantes y diarios, así como posibilitar un distanciamiento emocional ante la visión del mundo propuesta por los medios, como señala Jordi Torrent. Pero, da igual cualquiera de las dos opciones en un país donde existe tan bajo grado de preocupación por el desarrollo personal y educativo de las futuras generaciones. Tal vez, no sea tan importante tener una ciudadanía consciente y participativa, sino generar dualidades, vulnerabilidades, así como un mercado fuerte.
Haciendo referencia, por un lado, a la definición realizada por Roberto Aparici de los educomunicadores, “activistas de salón de té”, y, por otro lado, teniendo en cuenta el gran poco favor que hace el sistema educativo a estas materias en el curriculum, así como los objetivos replanteados y la fuerte influencia de los nuevos medios y grandes corporaciones sobre la sociedad civil, se haría necesario la construcción de mecanismos más poderosos, de estrategias más sutiles y contundentes que lleve a un replanteamiento social de los hechos actuales y lo que deseamos para un futuro. Si nos dejamos llevar, como está ocurriendo en muchos aspectos y entre determinados grupos sociales, por un fenómeno de proyección opuesta, por ficciones televisivas o digitales, nos irán incorporando lecciones, ideologías, creencias a nuestra realidad (Gerbner, G.). Los medios saben de su poder de captación y manipulación, y como tal lo utilizan; recordemos los hechos ocurridos en Venezuela en abril de 2002, y que fueron recogidos en un documental (“La Revolución no será transmitida”), para denunciar la manipulación mediática; o miremos a los acontecimientos que están ocurriendo actualmente tanto con las justificaciones de la crisis y los recortes sociales, o el caso de Garzón, sin hablar de la variedad de programas aprender a decorar tu casa, domesticar tu perro, o a tu hijo.
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